Abre sendas por los cerros, deja su huella en el viento, el águila le da el vuelo y lo cobija el silencio. Nunca se quejó del frío, nunca se quejó del sueño, el pobre siente su paso y lo sigue como ciego. Correlé, correlé, correlá por aquí, por allí, por allá, correlé, correlé, correlá, correlé que te van a matar, correlé, correlé, correlá. Su cabeza es rematada por cuervos con garra de oro como lo ha crucificado la furia del poderoso. Hijo de la rebeldía lo siguen veinte más veinte, porque regala su vida ellos le quieren dar muerte.